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Quim el Torrat , ex President

L'Espanya fraternal i del diàleg destitueix Quim el Torrat com a President de la Generalitat

La Junta Electoral Central (JEC) ha acordat aquest divendres deixar sense efecte la credencial del president de la Generalitat, Quim el Torrat, com a diputat al Parlament de Catalunya, i transmetre aquesta ordre a la Junta Electoral Provincial de Barcelona perquè l'activi amb efectes immediats. La decisió implica que el Torrat podria deixar de ser president de la Generalitat perquè l'Estatut vincula aquesta condició de president a l'acta al Parlament.


http://m.xcatalunya.cat/detail/URGENT:_l_Espanya_fraternal_i_del_dialeg_destitueix_Quim_Torra_com_a_President_de_la_Generalitat-55213.html


Quim el Torrat , ex President
Imatge amb Carles Sastre, assassí 

La chuleta y la Real Academia

La chuleta y la Real Academia

Ricardo García Moya


software valencià La Chuleta Y La Real Academia

La RAE limpia la lengua castellana, pero ensucia la valenciana. En la última edición del diccionario, las voces procedentes del idioma valenciano sufrieron una depuración política inspirada por académicos escorados al IEC (Moll, Margarit., Marsá, Vilanova, Gimferrer, Riquer, Colón, etc) La voz chuleta, por ejemplo, la acomodaron para clasificarla como préstamo del catalán al castellano; pero la documentación es diamantina.

En 1611, después de recorrer el Reino, el licenciado Covarrubias publicaba su Tesoro de la lengua con observaciones sobre voces que se filtraban al castellano. Así, de chulla advertía que es vocablo valenciano (Tesoro, a. 1611), siendo esta voz, y no hora, la que generaría chuleta, chuletada y chuletón.
Tras cuatro siglos, el DRAE embrolla silogísticamente la pertenencia de la palabra: Chuleta, del valenciano xulleta, derivado del catalán xulla, costilla» (DRAE, 1992).
Se supone que esta atribución, transmitida a millones de estudiantes, se apoya en fuentes que alteran la de 1611, pero no es así. Nadie de la RAE aporta autoridad alguna que asocie chuleta a otro vocablo que no sea el valenciano chulla. Los académicos se han limitado a copiar lo dictado por el
Institut d´Estudis Catalans y los politizados filólogos catalanes.


Corominas, cuya obra etimológica es núcleo del catalanismo idiomático, afirma: Chuleta deriva del catalán de Valencia xulleta, diminutivo de xulla (DCECH,1980).

En las neolatinas hispánicas, el trapicheo de una consonante establece fronteras, y es significativo que no diga dónde aparece xulleta o xulla en un texto valenciano. Corominas actúa como médium transmisor de conceptos idiomáticos y geopolíticos ocultos en la mente de personajes fallecidos. Gracias a este don parapsicológico, la documentación que dice Regne de Valencia e Comtat de Barcelona la transcribe como Principat de Catalunya i País Valenciá. De igual modo, como no le convence que Covarrubias afirmara que chulla es vocablo valenciano, el etimólogo catalán atraviesa mentalmente los cuatro siglos transcurridos y adivina que el licenciado, en realidad, quiso escribir xulla es vocablo catalán. La inmersión normaliza hasta cadáveres centenarios.

Sofista enredador, Corominas dice en esta época se empleaba en la capital valenciana la grafía ch. Al aludir a siglos tildados de decadentes por la inmersión, da a entender que existió una época áurea donde chulla se escribía xulla, acorde con la doctrina del IEC; pero es otra trampa que el sabio tiende al incauto lector.
La primera vez que se documenta chulla es en Valencia, en el Thesaurus de Pou (a. 1575), https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2797002 
un gerundense que vino a estudiar a Valencia y aprendió lo que ahora está prohibido por la inmersión. Pou dejó en caracteres de imprenta la voz chulles junto a otras tan valencianas como allyoli (sic), chufes, chapes, taronges de Xátiva, chic, punches, etc.

En consecuencia, desechando versiones parapsicológicas, la primera documentación sobre la chulla (no xulla) la proporciona un catalán: Pou; y un castellano, Covarrubias; imparciales lingüistas que estudiaron el idioma valenciano y dejaron constancia impresa.

Como la mayoría de voces, chulla pertenecía a una familia descendiente del étimo latino vulgar absungia o exungia (grasa para untar ejes). De tal padre nacieron el antiguo portugués enxulha, el catalán ensunia o el castellano enxundia, usado por el Arcipreste de Hita. Significaban gordura o grasa del cerdo. / com lo sagí, ensaginada /
Del caótico romance surgieron otras variables modernas como la castellana enjundia, la italiana sugna y la occitana enjun, con la acepción de tocino o grasa de puerco. Entre todas las lenguas neolatinas, la valenciana creó la voz chulla con singularidad semántica, aparte de morfológica, al designar a las chuletas de cordero o ternera.

Adivinanza: ¿Cuál de todas las variables está prohibida y despreciada?
La valenciana, claro.


Pou opuso la valenciana chulla a la catalana carbonada y a la latina offella, por el deseo de presentar equivalencias entre valenciano, catalán y latín. La voz carbonada era castellana y catalana; pero en valenciano no tuvo excesiva aceptación, limitándose su polisemia a escasas y desagradables acepciones:
Carboná: cantidad grande de carbón, excremento de niños (Escrig,1871).


Respecto a la voz que nos interesa, Covarrubias fue concreto:
Chulla. Las costillas de carnero cortadas en piezas de dos en dos, que la gente pobre compra quando no tiene caudal para más. Es vocablo valenciano, y diéronsele del sonido que haze sobre las brasas quando se asa. (Tesoro,a.1611).

Covarrubias da la equivalencia exacta de costillas de cordero, mientras que Pou fue lacónico, factor que aprovechó Corominas para restar antigüedad a la acepción de chuleta, con la argucia de que Pou incluyó chulla en una llista de menjars preparats: DELLC). Como en el texto de Pou no hay más que una enumeración genérica, Corominas oculta lo que alteraría su trucada lista: "carn rustida, carn de cordero.... También sustituye el punto y aparte que separaba chulla y golosina por un punto y coma. Además, la traducción latina de Pou era flexible; p.e., traduce lo qui menja carn crua como omophagus. Es evidente que el latín offella aludía a las pequeñas chuletas de cordero, comida de pobres según Covarrubias. Tenían hueso (ya que Pou cita en la misma relación la cara sens ossos), y eran pequeñas comparadas con las chuletas de ternera que comían las clases pudientes.

La voz arraigó en idioma valenciano, como demuestra su inclusión en la paremiología, la chulla y la dona» (Galiana: Refrans, h.1760), figurando chulla en el diccionario de Lamarca (a. 1839) o en el vocabulario de Rosanes (a. 1864). Tampoco falta en el teatro del XIX: pa blanc y chulles (La tertulia de Colau,1866); bones chulles (Els microbios, 1884) Igual que el derivado: dos chulletes (Qui tinga cucs, 1855), una chulleta (La vanitat castigada, 1855). Resumiendo: chuleta y chuletón proceden de chulla; voz del idioma valenciano, no de la parapsicológica xulla catalana. La versión para engañar estudiantes que ofrece el DRAE pertenece al realismo fantástico, como los platillos volantes o el valencianismo de la alcaldesa Nolla. Por cierto, hoy me ha invitado mi amigo Moncho /NO SOC YO/ -catalanista y catalanizado hasta el esfínter-, pues el Ayuntamiento de Valencia le ha soltado dos kilos por una novela suya (en catalán, claro). Y no sé qué hacer con los 50 ejemplares, pagados por ustedes, del diario catalán Información que me sigue mandando la Generalidad ¿Empapelo mi WC? ¿Se los devuelvo a Tarancón?

Diario de Valencia 18 de Febrero de 2001

Precedente de Tabarnia. Perpiñán

Rey Felipe III, Corona de Aragón, monarca, Lvis Baldo, síndico, embaxador, Perpiñan, España, Generalidad, diputación, condados, Rosellón, Cerdana, principado de Cataluña

recedente de Tabarnia. Perpiñán: por necesidad común de España los condados deben separarse de Cataluña...


Precedente de Tabarnia. Perpiñán: por necesidad común de España los condados deben separarse de Cataluña...

131 presidentes de la Generalitat

https://www.abc.es/historia/abci-gran-mentira-historica-131-presidentes-generalitat-nuevo-mantra-nacionalismo-catalan-201805160155_noticia.html

La gran mentira histórica de los 131 presidentes de la Generalitat, el nuevo mantra del nacionalismo catalán.

Quim Torra se proclama continuador de una remota institución medieval que nació para recaudar impuestos para la Corona de Aragón.

https://elpais.com/elpais/2018/05/18/hechos/1526647977_485589.html


En su afán por reinventar la historia de Cataluña, el nacionalismo ha incorporado en las últimas fechas un nuevo y fabuloso mito: el de los ciento treinta y pico presidentes de la Generalitat, una vetusta lista de reyes godos a la catalana. Proclamaba Artur Mas, ya en 2014: «Tengo el honor de ser el 129º presidente de la Generalitat de Cataluña, institución creada en 1359 y que desde la primera presidencia de Berenguer de Cruïlles [un obispo de Gerona] ha reflejado durante casi siete siglos la voluntad de autogobierno de los catalanes». El problema es que la Generalitat no tuvo 128 presidentes antes de Mas, ni ahora 130 antes que Torra, porque la Generalitat que existió en tiempos medievales nada tiene que ver con la actual institución nacida con la Transición, si acaso hija o nieta de la surgida en tiempos de la Segunda República.
131 presidentes de la Generalitat

«Forma parte de la reinvención de la historia de Cataluña. El nacionalismo ha sabido convencer a los historiadores de que trabajasen en crear esta historia mitológica. Proclamar que hubo una Cataluña como estado y como nación en la Edad Media; y además hacer creer que era algo institucional y democrático. Se buscan continuaciones justificadoras del momento presente», apunta en una entrevista con ABC el historiador Jordi Canal, autor del libro «Con permiso de Kafka: El proceso independentista en Cataluña». Dos instituciones radicalmente distintas en épocas y de circunstancias políticas, sociales y culturales opuestas.
molt honorable president, Tabarnia

El sofisticado David contra el bruto Goliat

El relato nacionalista presenta la historia de Cataluña como un pueblo de elevado sentimiento de libertad, «entre los más avanzados y democráticos de Europa», según Josep Fontana, que ha tenido que enfrentarse desde tiempos medievales a los esfuerzos opresores de Castilla por acabar con su autogobierno. De tal manera, la Guerra de Sucesión es narrada por el nacionalismo como un conflicto de secesión, una lucha del progreso y la democracia catalana contra el absolutismo y feudalismo castellano. Omite el relato secesionista que la guerra fue, simplemente, un conflicto civil entre españoles, donde hubo casi tantos catalanes a favor del bando borbónico como del bando austracista; y donde ninguno era más democrático que el otro.


El mito reclama el 11 de septiembre de 1714 como el «día que Cataluña perdió sus libertades», a pesar de que aquellas cacareadas libertades eran unos privilegios administrativos, en el sentido medieval, de los que gozaba esta región de España respecto a otras, como señala el hispanista Henry Kamen en su prolífica obra.

La Diputación del General, más adelante conocida como Generalidad o Generalitat, tuvo su origen más remoto en las comisiones que, desde finales del siglo XIII, se ocupaban en la Corona de Aragón de recaudar los tributos votados

Aquellas «libertades» suprimidas al final de la guerra incluían la eliminación de la Generalitat surgida en la Edad Media. La Diputación del General, más adelante conocida como Generalidad o Generalitat, tuvo su origen más remoto en las comisiones que, desde finales del siglo XIII, se ocupaban en la Corona de Aragón de recaudar los tributos votados y ejecutar los acuerdos de las Cortes. No en vano, la institución no solamente funcionaba en Cataluña, sino también en los reinos de Aragón y Valencia. Se trataba de un órgano formado por tres representantes de cada estamento (militar, eclesiástico, real), presidido por un representante del brazo eclesial y dotado de recursos propios. De organismo de carácter esencialmente económico pasó, solo con el tiempo, a serlo político y de gobierno, aunque en ningún caso democrático.
Más de dos siglos después de la Guerra de Sucesión, se recuperó su nombre y su simbología cuando se aprobó el Estatuto de autonomía de Cataluña en tiempos de la Segunda República. El organismo autonómico resultante tomó el nombre histórico de Generalitat por sugerencia del político andaluz Fernando de los Ríos, pero en ningún caso implicó continuidades o restauraciones imaginarias.

El republicano Francesc Macià fue así el primer presidente de la Generalitat de Cataluña.
Josep Tarradellas, que pasó largos años en el exilio francés, negoció con Adolfo Suárez el restablecimiento de la Generalitat, lo que quedó plasmado en un decreto del Gobierno español a finales del mes de septiembre de 1977. En aplicación del Estatuto de Autonomía de 1979 fueron elegidos Pujol y Maragall y en aplicación del nuevo estatuto de 2006 lo han sido MontillaMasPuigdemont y ahora Torra. El molt honorable Torrat.

Què vol Hitler ?

¿Què vol Hitler?  ¿ Qué quiere Hitler?  El estrecho vínculo entre el nazismo y el nacionalismo catalán Es bien sabido, gracias entre otr...