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la ñ en la lengua valenciana

(Biblioteca Valenciana. Escritores del siglo XVI, 16, parte 3):
A lo último del tomo de los Anales de Falcó, (ojito al buscar anales de Falcó en google que se encuentran resultados para mayores de 18 años, anno latín) se halla: “Copia de una carta de S. Luis Bertrán, en que yo Fr. Nicolás Figueres, que la he trasladado, he procurado imitar en algo la forma y aire de su letra.” El sobrescrito del tenor siguiente: A la molt amantissima y señora Mare la Señora Juana Angela Bertrana viuda en Valencia. 

En otras lenguas como el mallorquín, incluso a
ñy, en aragonés, 
y en el dialecto occitano catalán antiguo también se halla la ñ.

Aparece en Valencia la firma más antigua de Miguel de Cervantes Saavedra.

https://www.abc.es/cultura/libros/abci-aparece-valencia-firma-mas-antigua-cervantes-201612110113_noticia.html

Aparece en Valencia la firma más antigua de Miguel de Cervantes Saavedra.

Al concluir el año dedicado a Cervantes, en el cuarto centenario de su muerte, ABC ofrece la primicia de un hallazgo cervantino: el descubrimiento de un documento, con la firma autógrafa del escritor. Solo 11 firmas han llegado hasta nosotros. Pero esta tiene, además, dos novedades: parece ser la firma más antigua que conocemos y no se refiere a sus trabajos por los pueblos andaluces sino a una historia judicial novelesca, con ribetes casi boccaccianos, que tuvo lugar en Valencia, cuando fue redimido. El hallazgo Lo ha encontrado, en el Archivo del Reino de Valencia, el archivero Jesús Villalmanzo –que ha publicado ya importantes documentos sobre Joanot Martorell, el autor del «Tirant lo Blanch», y Ausias March–, en el curso de sus investigaciones sobre fray Juan Gil, el trinitario que redimió a Cervantes . Éste es el avance de un estudio científico amplio, que está preparando. Se trata de una declaración judicial realizada por Cervantes ante el Justicia Criminal de Valencia, el magistrado que entendía, en primera instancia, de los crímenes cometidos en la ciudad. (El folio siguiente recoge el testimonio de su amigo don Diego de Benavides, noble, natural de Baeza, que contaba 28 años). El documento está muy bien conservado: quizá nadie lo ha consultado desde que finalizó el pleito, en 1581. Está escrito en lengua valenciana: así se hacía entonces, en los tribunales de la ciudad; también incluye algunas fórmulas jurídicas en latín. Lógicamente, las preguntas a Cervantes y sus respuestas se hicieron en castellano; luego, el escribano lo tradujo todo al valenciano. Poco después, Cervantes leyó y firmó su declaración. Conviene recordar que el escritor tuvo trato, en Argel, con soldados y comerciantes valencianos, que hablarían en su lengua materna. Y, en el «donoso escrutinio» de la biblioteca de Don Quijote (I, 6), elogia enormemente el realismo del «Tirant lo Blanch», escrito en esa lengua: «¡Válame Dios! –dijo el cura, dando una gran voz–. ¡Que aquí esté Tirante el Blanco! (...) He hallado en él un tesoro de contento y una mina de pasatiempos (...) Dígoos verdad, señor compadre, que, por su estilo, es éste el mejor libro del mundo: aquí comen los caballeros y duermen y mueren en sus camas y hacen testamento antes de su muerte, con estas cosas de que todos los demás libros de este género carecen». Una historia novelesca En mayo de 1580, desapareció de Valencia un joven pescador, Jeroni Planelles, de 22 años. Se sabía que mantenía relaciones con la amiga de un viejo mercader mallorquín. Al desaparecer, creyeron algunos que lo habían asesinado y descuartizado, por venganza, los amigos del mercader. Algunos testigos confirmaron esta hipótesis. Se abrió un proceso y fueron encarcelados cuatro supuestos asesinos. A la vez, circulaban rumores de que el joven no había sido asesinado sino que había huído y estaba en paradero desconocido. La ciudad se dividió en dos bandos: los mercaderes mallorquines, que creían en la inocencia de los acusados y los ayudaban, frente a muchos vecinos de Valencia, que los creían culpables. Fue el padre del joven, apoyado por otros pescadores, el que puso la denuncia que condujo a la detención de los presuntos culpables. Llegaron también rumores de que Planelles, en realidad, estaba cautivo en Argel: eso provocó que se pidiera testimonio a Cervantes. El papel de Cervantes Como es sabido, después de la batalla de Lepanto y varias empresas militares más, Cervantes salió para España en 1575. Cerca de Marsella, la goleta «Sol», en la que navegaba, fue atacada por tres naves y tuvo que rendirse: le llevaron cautivo a Argel, donde estuvo en prisión cinco largos años. El trinitario fray Juan Gil logró liberarlo, mediante el pago de 500 escudos, en septiembre de 1580. Se cree que el grupo de redimidos en que iba Cervantes salió de Argel el 24 de octubre, desembarcó en Denia y llegó a Valencia hacia el 1 de noviembre. Se alojó en el convento trinitario del Remedio, junto al puente del Mar, mientras se arreglaban los papeles de los rescatados. Permaneció en la ciudad un mes largo: pudo asistir a fiestas, procesiones, misas solemnes, espectáculos… Los comerciantes mallorquines buscaron al que acababa de ser liberado y, viendo que los datos que daba podían ser favorables a su causa, pidieron que testificara.. El 8 de noviembre de 1580, compareció Cervantes, al que se presenta, en el documento –sin duda, para dar más credibilidad a su testimonio– como «magnífico caballero, vecino y natural de Alcalá de Henares, residente ahora en Valencia, que dice ser de 32 años». Le hicieron dos preguntas: si había visto, en Argel, en los meses de septiembre y octubre, a Jeroni Planelles y si había conocido una declaración de más de veinte personas (muchos de ellos, pescadores valencianos), testificando que estaba vivo, en Argel. Declaró Cervantes que no lo conocía personalmente pero que, estando en Argel, «tierra de enemigos de la Santa Fe Católica y de Su Majestad», un mercader valenciano llamado Exarch (citado por los biógrafos de Cervantes) le contó «un caso muy extraño»: el del marinero desaparecido. Además, un día, en casa de fray Juan Gil, preguntó qué hacía un grupo de personas, que estaban escribiendo, en una mesa. Le dijeron que redactaban un testimonio de que Planelles estaba vivo y lo iban a entregar a Benedetto Pito, mercader genovés, residente en Valencia, que iba a salir en seguida, con su barco, hacia esa ciudad, para que lo hiciera llegar a los jueces. (En realidad, Pito no cumplió el encargo). Añadió Cervantes que vio, junto a una escalera de caracol, a un joven, con «los morros algo grandes», y le dijeron que era Planelles. (Lo mismo confirmó luego, en su declaración, su amigo don Diego de Benavides). ¿Sirvió para mucho la declaración de Cervantes? No tanto como esperaban los mallorquines que le habían propuesto como testigo. Pero su testimonio, junto con otros, provocó que se trasladara la causa al Tribunal de la Audiencia Real, que disponía de más medios. La ciudad seguía dividida y eso dio lugar, curiosamente, a que se hicieran muchas apuestas sobre si el joven estaba vivo o no. Los «asesinos», liberados Concluyó el pleito en abril de 1581, cuando compareció en persona, en Valencia, el joven pescador: fueron liberados los presuntos asesinos y se condenó a un falso testigo al escarnio público y exilio de Valencia. Los mallorquines cobraron sus apuestas y, con ese dinero, se rescató a cuatro cautivos. A causa de este episodio, Cervantes fue recordado, en Valencia, durante algún tiempo. Un año más tarde, en un pleito, unos testigos aludieron a la declaración de «un tal Servantes, castellano». Probablemente, él también recordaba aquellos gratos días que había pasado en la ciudad al escribir, en su última novela, «Los trabajos de Persiles y Sigismunda» (publicada póstuma, en 1617: se va a cumplir ahora el cuarto centenario) este elogio: «Cerca de Valencia llegaron (…) No faltó quien les dijo la grandeza de su sitio, la excelencia de sus moradores, la amenidad de sus contornos y, finalmente, todo aquello que la hace hermosa y rica sobre todas las ciudades, no sólo de España sino de toda Europa; y, principalmente, les alabaron la hermosura de las mujeres y su extremada limpieza y graciosa lengua…» Así concluyó esta historia, digna de una «novela ejemplar». Más de cuatro siglos han pasado hasta el descubrimiento de esta firma de de Cervantes. El joven pescador no fue descuartizado Los folios donde ha aparecido la firma de Cervantes como testigo son parte de un litigio a cuenta de un posible asesinato. Jeroni Planelles, de 22 años, era un joven pescador que mantenía relaciones con la amiga de un comerciante mallorquín. Desapareció en extrañas circunstancias y los amigos del comerciante fueron acusados de asesinarle y descuartizarle. Cervantes testifica en el caso para decir que, aunque no lo ha conocido personalmente, ha oído durante su cautiverio a quien decía conocerlo. Y que llegó a ver a un hombre que le dijeron que podría ser Planelles. En 1581 apareció por fin Planelles ante el tribunal y los presuntos asesinos fueron liberados. Se condenó a escarnio público a un falso testigo sobre cuyas palabras se había fundamentado el caso.

La expansión de la lengua valenciana en Cataluña.

La expansión de la lengua valenciana en Cataluña.

Este verano, en una tórrida tarde en la Universidad de Barcelona, comprobé lo interesante que era el manuscrito Ms. 1010. Terminado hacia 1637, con caligrafía semejante a batallones de inquietas hormigas, trataba sobre la "lengua catalana materna". Ahora, ya en el Reino, he consultado los comentarios sobre el citado manuscrito en la "Historia de la Lìteratura Catalana", de D. Martí de Riquer, y algo no concuerda; la única cita referente a nosotros es para recordar que en los años del manuscrito estudiaban en Lleida más de "300 valencianos que hablaban y entendían, como es lógico, el catalán" (HLC, V, p. 430). Por supuesto que entendían el catalán y el latín, pero ¿hablaban catalán o valenciano?
El Ms. 1010 confirma que las lenguas habituales en Lleida fueron el catalán, el latín (círculo universitario) y el valenciano; conclusión que no sorprendería si la
inmersión no censurara originales.
La Universidad de Lleida fue autorizada en 1300 por Jaime II en un lugar a salvo de ataques costeros y de la peligrosa frontera castellana, aunque alejado de Valencia, Zaragoza y Barcelona.
El monarca nacido en Valencia concedió a Lleida el monopolio de los estudios universitarios de todos sus estados; hecho que explica la nutrida presencia de valencianos en la diminuta ciudad.
La tradición persistió incluso en el XVII, cuando el Estudio General de Valencia superaba a Lleida en prestigio y alumnado.
La Universidad reconocía a los valencianos múltiples inmunidades y por privilegio de Alfonso III (año 1428), elegían al rector independientemente de aragoneses y catalanes. Lérida vivía de su Universidad y, necesariamente un colectivo que oscilaba de 300 a 800 valencianos sobre una población que, por ejemplo en
1708 no superaba los 3.000 habitantes, tuvo que influir lingüísticamente a lo largo de los siglos, desde 1300 hasta 1705.
El avispado gerundense Onofre Pou se percató del negocio que supondría un diccionario en las tres lenguas habituales y, tras estudiar en Valencia, editó en 1575 un vocabulario valenciano-catalán-latín. Convertido en bestseller, sirvió de texto en la universidad catalana hasta el siglo XVIII, según reconoce la propia Enciclopedia Catalana.
Precisamente los que discuten en el Ms. 1010 sobre las lenguas maternas son dos ilerdenses ilustres: el canónigo Alexandro Ros y el catedrático Diego Cisteller. El primero advierte que si los sermones sólo se imparten en catalán no gustará a los extranjeros, incluso a los valencianos. Y añade que "en el Reyno de Valencia los más son bilingües, sin que se hagan estorbo en la pronunciación las dos lenguas valenciana y castellana" (Ms. 1010). A estas consideraciones (censuradas por Riquer, claro), se opone Cisteller, que convivía con valencianos en Lleida y disponía del Thesaurus de Pou para despejar dudas en los tres idiomas. En él, por ejemplo, se aclaraban incluso nimiedades como que el latín pastanaca o el catalán pastanaga equivalían al valenciano safanoria (f. 31 v). La copiosa información sobre léxico y ortografía del idioma valenciano (carchofa, pechines, picher, chic, eixida, otonyo, charrador, etc.) explicaría el éxito del trilingüe vocabulario en las universidades condales.
El constante trasiego valenciano por la ruta de Lleida se efectuaba lentamente, con frecuentes descansos y pernoctaciones en las mismas y poco pobladas aldeas
desde el medieval año 1300. Estudiantes y familiares, cultos y acomodados en relación a los aldeanos, eran modelo a imitar por su refinamiento e idioma. No es
ilógico, pues, que la cuña lingüística valenciana amenazara extenderse desde Lleida hacia la parte oriental de Cataluña, hecho denunciado en 1628 por el catalán Andreu Bosch ("Títols d'Honor', Perpinya, 1628).
La valencianización en la ruta valenciana llegó a un punto en que los predicadores regnícolas usaban el valenciano en sus sermones, no el catalán. El doctor Cisteller, desde Lleida, testificaba que "los padres Lorenzo San Juan, y Blanch (...) y otros apostólicos varones de la Compañía de Jesús son valencianos, y predican en valenciano en Cataluña" (Ms.1010).
Quien esto dice, recordémoslo, era catedrático de la Universidad de Lleida, y lo afirma en su "Memorial en defensa de la lengua catalana" (Ms. 1010) dirigido a
la Generalidad de Cataluña en 1636. Con él contestaba al también ilerdense Alexandro Ros, que opinaba: "Es fuerza estén retirados en Cataluña sus predicadores, porque rompidos (sic) en la lengua catalana, no han de ir si fueran cuerdos a Valencia, donde falta en el estilo o vicio en la pronunciación ofende grandemente". En otro párrafo del Memorial dirigido a la Generalidad, el letrado Cisteller deja claro que el idioma de los valencianos era independiente de cualquier otro peninsular al recordar que las leyes de Castilla "están en castellano; en Valencia, en valenciano; y en Cataluña, en catalán". Esto también lo censuran, científicamente, los inmersores.
Es lógico que, tras graduarse en Lleida, los universitarios que regresaban a Mallorca y Cataluña añoraran la clásica lengua de los valencianos; de ahí que los catalanes Pere Posa y Pere Bru publicaran en Barcelona en 1481 la "Historia de Alexandre" "en la present lengua valencìana". O que a Gregori Genovart, canónigo de Mallorca, agradeciera la edición del Blanquerna, "traduyt, corregit y estampat en llengua valenciana"; traduccìón efectuada de los manuscritos provenzales de Llull por el catalán Bonlabi en 1521.
La franja de influencia idiomática valenciana fue un tormento para Cataluña hasta 1862, cuando el astuto Milá i Fontanals inventó lo del dialecto catalán occidental.
Hoy, atrapada en el tarquín inmersor, la bisoña Universidad de Elche ya edita folletos en puro catalán.
Articulo publicado en "Las Provincias" 11 de Septiembre de 1997.

Cataluña como sinónimo de mentira, Juan García Sentandreu

En su artículo: “Cataluña como sinónimo de mentiraJuan García Sentandreu, Vox Valencia, escritor y jurista, escribe y aporta los siguientes datos y documentación:

El Reino de Valencia es 900 años LATINO y 530 años MUSULMÁN. De ahí que la Lengua Valenciana tenga la mayor parte de su base idiomática en el latín de los conquistadores romanos (900 años) y una gran y rica aportación árabe (530 años).
Los condados “catalanes” fueron 900 años LATINOS; 84 años MUSULMANES y 450 FRANCESES. Lo que nos lleva indefectiblemente a concluir que sobre la misma base latina que el resto de lenguas romances europeas, el catalán carecía de la aportación árabe de la que goza el valenciano y, por el contrario, tiene durante casi 5 siglos (450 años) la aportación occitano-provenzal francesa. Esta es la razón de que en Cataluña utilicen tantos términos franceses como el “gairebé”, “mercí” o “merces”, “donç”, “si us plau”, o “petit” todos importados del provenzal fruto de su dependencia y vasallaje a la corona francesa durante casi 5 siglos.
Mientras Valencia ha sido una provincia hispanorromana y un Reino hispano-árabe, y posteriormente un Reino perteneciente a la Corona de Aragón y a la Corona Española, las tierras catalanas fueron parte de una provincia hispanorromana (hasta el 801), francesa (hasta el 1258), aragonesa y española desde 1258 hasta hoy. NUNCA HAN SIDO UNA NACIÓN NI HAN GOZADO DE SOBERANÍA PORQUE NO HAN TENIDO UN REY NI HAN SIDO UN REINO. (Sí que han tenido rey, francés o aragonés; Reino nunca ha sido, sino Principat de Cathalunya, Catalunya)
LA MENTIRA EN SU DIMENSIÓN LINGÜÍSTICA.
LA GRAN MENTIRA DE QUE EL VALENCIANO PROVIENE DEL CATALÁN.
El nacionalismo catalán erige su supuesta nación en otra gran mentira: el carácter histórico y original de la lengua catalana. La lengua catalana impuesta por el nacionalismo catalanista desde el pasado siglo XX es un producto de laboratorio sobre la base de un barceloní, que tiene su origen en el provenzal francés o lemosín y que carece absolutamente de literatura histórica.

antigua lengua catalana según Bofarull (occitano y valenciano mezclado)
Una de las definiciones más certeras, y que me imagino son candidatas a ser manipuladas, es esta verdadera confesión –no de culpabilidad, sino de realidad- cuando la Wikipedia nos dice algo que he sostenido siempre y que tanto desagrada leer al catalanismo-, y es que la lengua catalana no existió como tal hasta el siglo XV (dos siglos después de la Conquista de Valencia) y como una variedad dialectal con muy escaso valor, y con una cierta relevancia hasta el siglo XIX con su “Renaixença”. Dice la enciclopedia que “La literatura en catalán vio sus primeras grandes obras antes en prosa que en verso. Esto se debió a que los poetas cultos, hasta el siglo XV, preferían utilizar el provenzal literario en vez de la variedad autóctona, como en el caso de Alfonso II (el Trovador). Cabe destacar, sin embargo, que existían pocas diferencias entre la lengua catalana y las diversas variedades occitanas (provenzal, languedociano, lemosín, gascón...), muchas menos en la Edad Media, ya que durante esa época y en siglos posteriores se consideraban la misma lengua”.

provenzal, languedociano, lemosín, gascón, etc


Por si la cosa no está clara, añado la cita del filólogo y lingüista catalán Antoni Badía Margarit, rector de la Universidad de Barcelona, que en su Gramática Histórica Catalana (1952) sostiene que “no es el catalán una lengua románica que siempre haya estado entre las lenguas con personalidad propia: todo lo contrario, era considerado como una variedad dialectal de la lengua provenzal, y sólo desde hace relativamente poco ha merecido la categoría de lengua neolatina independiente”. Ref. Antoni Badía Margarit. Gramática Histórica Catalana (1.952). Por si fuera poco, traigo a colación, también, la cita del insigne historiador y humanista, Menéndez Pelayo que de manera tajante afirma que “hasta muy entrado el siglo XV, en Cataluña los versos se componían en Provenzal”, lo que confirma tanto la versión de la enciclopedia como la de Badía Margarit.
Y en el mismo sentido la del filólogo e hispanista francés Alfred Morel-Fatio cuando sostiene que “el catalán es una mera variante de Provenzal porque los habitantes de Septimania y los de la Marca Hispánica (hoy Cataluña) hablaban la misma lengua Provenzal” (Études sur l'Espagne (3 vols., 1888-1904; segunda edición de los volúmenes I y II, 1895 y 1906).
Y también el Filólogo suizo-alemán Meyer-Lübke que de manera incontrovertible sostiene que “el catalán..., que no es más que un dialecto del Provenzal” (Grammaire des Langues Romanes". Paris, 1890. pág.13).
Finalmente, y como colofón y rúbrica de lo dicho, el patriarca de la Romanística y creador de la Gramática Comparada, el filólogo alemán Friedrich Christian Díez (15 marzo 1794-29 mayo 1876), confirma la dependencia dialectal del romance hablado en los condados catalanes” bajo influencia francesa: “el Provenzal se extiende particularmente en Cataluña” ("Grammaire des Langues Romanes”. Paris. 1874. p.3) “Alvernés, gascón, provenzal, lenguadociano son dialectos romances”.
Así pues, en el siglo XV, mientras los condados franco-catalanes tenían una incipiente y escasa literatura en provenzal - como dice la enciclopedia digital y los eruditos reseñados - y toda su legislación estaba en latín, el Reino de Valencia no sólo gozaba ya de dos siglos de leyes en valenciano sino que su literatura entraba en el gran siglo de Oro de la Lengua Valenciana y nuestros autores, Ausiàs March, Joanot Martorell, Jaume Roig, Roig de Corella, Marti de Viciana, Isabel de Villena, Bonifacio y Vicente Ferrer, todos ellos valencianos, manifestaban sin excepción que el idioma en que escribían sus obras en pleno siglo XV no era otro que la “Lengua Valenciana”.
CONCLUSIÓN, Así las cosas, volvemos siempre a la pregunta del principio: Unos condados fronterizos que durante 500 años pertenecieron a Francia (801-1258), que toda su legislación estaba en latín y que hablaban un galo-romance como el provenzal (tal como dicen los más prestigiosos filólogos e historiadores) al menos hasta 2 siglos después de la conquista de Valencia, ¿cómo van a traer a Valencia y a enseñar a hablar a todo un reino que les multiplicaba en todos los aspectos?
Y concretamente en la ciudad de Valencia que por aquel entonces tenía 30.000 habitantes según el estudio de la paleo-historiadora Amparo Cabanes, ¿eso lo hicieron 600 soldados o colonos iletrados de los condados franco-catalanes que reclutó Jaime I para su ejército conquistador y se asentaron en nuestra ciudad, según consta en el “llibre dels avehinaments” y en el "llibre del Repartiment"? repartimiento-de-valencia

Y si así fuera, ¿con qué prodigioso método enseñaron a hablar como para que el Rey Conquistador nos diera inmediatamente nuestra legislación foral -Els Furs- en romance valenciano, y obligara a jueces y médicos a dar sentencias y recetas “en lengua llana” para que los valencianos lo entendiéramos? "Los jutges en romanç diguen les sentencies...", "Metges axi fisichs com cirurgians les receptes que ditaran hajen a dictar en romanç declarant lo nom de les herbes en lur nom comu, e vulgar".
La teoría catalanista de la colonización del Reino de Valencia hace aguas por todos lados. Pero el esencialismo integrista de su nacionalismo irracional les ciega de tal manera que no admiten estos datos y pruebas científicas que desmontan definitivamente la gran mentira catalanista.
EL REINO MORO DE VALENCIA HABLABA VALENCIANO 300 AÑOS ANTES DE LA CONQUISTA DE JAIME I.
En el año 2002 publiqué el libro 'Breve historia de Valencia, Didáctica elemental para amar y defender en Valencia (Juan García Sentandreu, ediciones Fundacio Nuevo Valencianismo, 2002). En su primera parte: “Historia de la Lengua Valenciana”, y en su capítulo cuarto, hablo de la Valencia mozárabe en la que los cristianos que vivían bajo el dominio musulmán (mozárabes) hablaban desde el siglo IX, un latín vulgar arabizado en el nombre de 'romanç valenciá', la lengua que se encontraría Jaime I cuando conquista el Reino de Valencia en 1238.
Son diversos los testigos, los documentos, que manifiestan la existencia de los mozárabes y de la lengua de los mozárabes a lo largo del periodo de dominación islámica. He ampliado esta información en sus fuentes y citas bibliográficas para los que tengan interés en su estudio.
1.- El arabista, lexicógrafo e historiador Francisco Javier Simonet y Baca, por ejemplo, relata de los mozárabes que “dando gallarda muestra de la capacidad, su ingenio y aplicación, y acomodándose a las difíciles circunstancias de su largo cautiverio, cultivaron ambas lenguas y literaturas sobresaliendo, así, en el árabe como en la hispano-latina, pero sin olvidar la suya propia”. Y añade: “Los mozárabes conservaron perpetuamente el conocimiento de la lengua latina, al menos como lengua sabia. Ocurre la importante cuestión de que la lengua vulgar usada comúnmente por aquel pueblo, pues ni el árabe era hablado generalmente por los mozárabes, como algunos han supuesto, ni el antiguo latín se hablaba ya por los antiguos españoles, llevando algunos siglos de decadencia y descomposición en el uso familiar y corriente. Nosotros creemos que los mozárabes, hablaban un dialecto vulgar formado por el antiguo latín y otros elementos filológicos acumulados en el transcurso de los siglos en toda la península, siendo muy parecido al romance de hoy”.
2.- Dr. En Filosofía y Letras, el Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, Manuel Mourelle de Lema, abunda en esta cuestión cuando dice que “en la Lengua Valenciana se encuentran vivos muchos vocablos procedentes del árabe… Hibridación y seudomorfosis son fenómenos lingüísticos resultantes de una larga convivencia de dos culturas: la ibero-latina valenciana y la árabe”. Mourelle de Lema entiende por tanto que “no se puede minimizar el valor de las jarchas valencianas para probar la existencia de un romance en Valencia antes del siglo XI… No es erróneo, sino muy científico e incontrovertible, suponer una tradición de canciones eróticas en romance en tiempos anteriores al que vivieron los citados poetas els musulmanes en lo que sería Reino de Valencia. Incluso podría pensarse en su existencia en los siglos IX y X”.
3.- El profesor Gómez Bayarri, licenciado en Filosofía y Letras y Doctor en Historia por la Universidad de Zaragoza, acota que “el romance idioma madre debió de constituir el vehículo de expresión de la vida cotidiana familiar y lazo de comunicación de la vida sentimental. Así lo atestiguan las canciones de amor, amplio repertorio, llenas de amable dulzura…”.
4.- La escritora y experta arabista, Teresa Garulo, profesora del Departamento de estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Complutense de Madrid que escribe que “Los viajes a Oriente se convierten en el vehículo transmisor de la cultura árabe, los hombres cultos van a las grandes metrópolis, deseosos de perfeccionar su cultura y, al regresar, llevan las novedades de Bagdad, toda la poesía de los modernos y más tarde de los neoclásicos, que son los que ejercen una influencia viva, directa y eficaz de los poetas hispanoárabes”. Y continúa. “A principios del siglo X, Muqqadam de Cabra crea la “moaxaja”, producto típicamente hispano-árabe, caracterizado por la estructura estrófica, desconocida en la poesía árabe, y por la adición de un final en romance: la jarcha”.
“Sólo en Valencia se mantiene la tradición cultural anterior a los almorávides, y con Ibn Jafaya (m. 1138) y su sobrino Ibn azZaqqaq (m. 1134) se crea la escuela de poetas paisajistas que todavía supieron reanimar el andamiaje de la “casida” y renovar el “cabnal” de las metáforas”, escribe Teresa Garulo.
La poesía árabe del final de la dominación islámica es una poesía popular. Los poemas reciben el nombre de “moaxaha” o “moaxaja”, rematadas por una jarcha. La moaxaha consta de seis partes rimadas entre sí y otras cinco partes que no tienen rima común. La jarcha o harja final es la salida, el remate y, por lo general, está redactada en romance. Las jarchas son cánticos de amigo, de amor, de cariño, puestas en boca de quien añora a la persona amada. Y son propias de la comunidad mozárabe cristiana. Pero las hay también escritas en árabe, incluso en hebreo, lengua que hablaba la comunidad judía.
5.- El Catedrático de Historia, Leopoldo Peñarroja, señala que las jarchas (harges) “se convierten en síntoma y en cristal a través del cual es posible penetrar en la interioridad de la civilización románica de Al Andalus, por su conexión o pertenencia a una primitiva lírica románica”. Para Peñarroja, “las jarchas anuncian, consecuentemente, la permanencia de un mundo cultural hispa-románico distinto, a pesar de que viene íntimamente de la cultura arábiga implantada en el siglo VIII. Hoy no cabe la menor duda de que en el trasmundo de las jarchas valencianas hay una literatura preexistente y popular”.
6.- El arabista Emilio García Gómez, presidente de la Academia de la Historia y miembro de la Real Academia Española de la Lengua, hace "la observación de que la métrica de les moaxahes y de los zejels no siguen la métrica arábica, sino la métrica silábica latina, la románica, que pervivió durante todo el período de arabización".
7.- El catedrático de lengua, literatura y filología, Dámaso Alonso Fernández de las Redondas, después de estudiar una veintena de “muwxxaha” se encontró a Samuel Stern, profesor universitario, en una sinagoga de Jerusalén, que le confirmó que “musulmanes, judíos y mozárabes utilizaban un romance vernáculo, con unos caracteres estructurales que eran similares a los del valenciano primitivo. Este romance vernáculo gozaba, además, de plena vitalidad a la hora de la reconquista y tenía límites definidos”.
8.- El filólogo, medievalista e historiador, Ramón Menéndez Pidal, cuenta que Mío Cid, Rodrigo Díaz de Vivar, al conquistar la ciudad de Valencia en 1090, encargó la vigilancia y defensa de la ciudad a los mozárabes que había dentro “porque fueron criados con los moros y hablaban como ellos y sabían sus maneras y costumbres”.
9.- Es más, el medievalista y Catedrático de Historia Antonio Ubieto Arteta afirma que “los musulmanes que nos invadieron y colonizaron no fueron nunca superiores en número a los naturales de Valencia, a los cuales, además, respetaron, y recuerda que la Sura II del Corán obliga a los árabes a proteger a los cristianos y a sus iglesias”.
Está más que demostrado que no es verdad lo que sostienen los catalanistas de que cuando llegó Jaime I no encontró aquí ningún mozárabe y que, por lo tanto, no se hablaba el romance, el latín antiguo de los romanos, lo que hablaban los valencianos, dicen los catalanistas, es el catalán de los pocos “catalanes” que iban con Jaime I en la conquista de Valencia.
10.- El catedrático de Estudios Hispánicos Al Andalus de la Universitat de El Cairo, Hussein Mones, en su libro “Andalusia, Algarbia and Al Sharky”, cuenta que “a la llegada de Jaume I a Valencia en 1238, había aquí, en todo el territorio del Reino Moro de Valencia, 120.000 musulmanes, 65.000 cristianos (mozárabes) y 2.000 judíos”.
Según Mones, y así lo recoge en su libro, al rendirse el rey Zayán a Jaime I y darle las llaves de las puertas de la ciudad, le dijo: “En la ciudad de Valencia conviven musulmanes, gente noble de mi pueblo, junto a cristianos y judíos. Espero que sepa gobernarlos para que continúen viviendo con la misma armonía y para que trabajen esta noble tierra conjuntamente. Aquí, durante mi reinado salían procesiones de la Semana Santa y los cristianos profesaban su religión con toda libertad, ya que nuestro Corán reconoce a Cristo y a la Virgen María. Espero que Vd. conceda el mismo trato a los musulmanes de Valencia”.
F. J. Simonet, del que ya hemos hablado al principio, en referencia a esto, escribe que “los mozárabes nunca llegaron a olvidar, ni en el uso vulgar ni en el literario, el idioma latino e hispano-latino recibido de sus ascendientes, su idioma religioso y nacional”.
11.- El escritor, historiador y epigrafista, Aureliano Fernández Guerra, asegura que “los mozárabes fueron guardadores fidelísimos de la lengua romance, de la poesía y de las costumbres de sus antepasados”.
12.- El filólogo Joan Costa corona esta grupo de pruebas y argumentos de forma contundente y esclarecedora cuando escribe: “Si hoy en Valencia, después de 400 años de cultura castellana, de documentación oficial en castellano, de escuela y liturgia en castellano, de medios de comunicación en castellano, la gente, sobre todo en los pueblos, continúa hablando la lengua valenciana, aunque todos conozcan el castellano y la inmensa mayoría escribe siempre en castellano, ¿Por qué debería de ser diferente en la lengua valenciana? ¿Por qué los valencianos musulmanes, en continuo contacto con los cristianos de los reinos fronterizos, deberían de perder su romance?”.
13.- El filólogo romanista y etimólogo alemán, Harri Meier, citado por Peñarroja, tiene también una frase aplastante en esta polémica: “Nunca, en ningún lugar, ha sucedido el simple trasplante de un idioma a otro pueblo o población.
14.- Para al filólogo y miembro de la Real Academia Española de la Lengua, Luis Fullana Mira, “solo el substrato mozárabe configuró la individualidad lingüística de Valencia”.
Idea que amplia Gómez Bayarri al decir que el romance “constituyó el estrato fundamental en la configuración de la Lengua Valenciana, hecho que pronto se plasmó va en la singularizada conciencia idiomática medieval valenciana, y así quedó constatado en documentos jurídicos, literarios y notariales que dan imagen a su particular onomástica”.

Lengua Valenciana, Martín de Viciana

Proseguixc exponent lo que no ix en llibres escolars de tons fills.

Martin de Viciana; Alabanzas de las lenguas hebrea, griega, latina, castellana y valenciana, 1574


Proseguixc exponent lo que no ix en llibres escolars de tons fills.

La lengua Valenciana, escribe, en más de tres mil vocablos es pura latina, y en los mismos vocablos la Castellana difiere del latín, por añadir la última letra en el vocablo, como por ejemplo:
latina Valenciana Castellana

Sermo sermó sermon
Oratio oració oracion
Devotio devoció devocion

Item, la Lengua Valenciana tiene de su madre la Lengua latina, los vocablos propios y no los tiene la Castellana por añadir letras, o mudar de todo las letras, según parece por los siguientes:
latina Valenciana Castellana
Absencia absencia ausencia
Ansa ansa asa
Audacia audacia osadía
Avia avia aguela
Balena balena vallena
Barba barba barva
Baro baró varón
Bova bova yerva de agua
Cel cel cielo
Calx calx cal
Cella cella celda
Charta charta hoja de libro
Corda corda cuerda
Cistella cistella cestica
Columna columna coluna
Concubina concubina manceba
Falx falx hoz para segar
Farina farina harina
Fel fel hiel
Fervor fervor hervor
Flama flama llama de fuego
Fossa fossa cava
Gala gala agalla
Germana germana hermana
Glans glans vellota
Herba herba hierva
Mel mel miel
Mica mica migaja de pan
Scissura scissura cortadura
Sepia sepia xibia, pescado
Serra serra sierra de hierro
Spelta spelta scaña
Stella stella strella
Storachs storachs storache
Stora stora stera de esparto
Rebellio rebellio rebeldía
Rector rector retor
Redemptor redemptor redentor
Regina regina reyna
Reprehensor reprehensor reprehendedor
Rixa rixa rencilla
Ros ros rocio
Scala scala scalera
Schola schola scuela
Superbia superbia sobervia
Tata tata tayta de niño
Terra terra tierra
Tumor tumor hinchazón
Vespa vespa avispa
Vimen vimen vimbre
Viola viola violeta
Os os hueso
Porta porta puerta
Porca porca tierra entre dos sulcos
Porcella porcella lechona
Pustula pustula postilla
Murmur murmur murmullo de gente
Mustela mustela comadreja
Natura natura naturaleza
Oliva oliva azeytuna
Mola mola muela de molina


latina Valenciana Castellana
Argentum argent plata
Autumnus autumne othoño
Cepa cepa cebolla
Clavis clau llave
Coda coa cola
Collum coll cuello
Columba coloma paloma
Coxa cuxa nalga o anca
Confectura confectura confacionadura
Crusta crosta corteza
Defensor defensor defendedor
Delicie delici deleyte
Demencia demencia locura
Dens dent diente
Despectio despeccio desprecio
Draco drac dragon
Fames fam hambre
Fenestra finestra ventana
Ferrum ferro hierro
Filius fill hijo
Filum fil hilo
Fimus fem stiércol
Flocus floc flueco
Fons font fuente
Formica formiga hormiga
Fraus frau engaño
Fremun fre freno
Frumentum forment trigo en general
Fumus fum humo
Furtum 
funt hurto
Fundamentum fonament cimiento
Fussus fus huso
Gemma gema hiema de sarmiento
Gemitus gemit gemido
Gibba geppa corcoba
Gingiva geniva enzías
Hamus ham anzuelo
Homo home hombre
Jocus joc burla de palabras
Juncus junc junco
Lacus llac lago o zaquizamí
Licatura lligadura atadura
Legumen llegum legumbre
Lilium lliri azuzena
Linus llim limo
Lexivia llexin lexía
Lumen llum lumbre
Mamilla mamella tetica
Mirtum murta arrayan
Morsus mos bocado o mordedura
Milium mil mijo
Mors mort muerte
Mucus moc moco
Mulier muller muger
Mulus mul mulo
Nasus nas nariz
Napus nap nabo
Nomen nom nombre
Oleum oli azeyte
Ovum ou huevo
Ora vora orilla de mar
Ordeum ordi cebada
Petra pedra piedra
Palea palla paja
Panis pa pan
Pomum poma manzana
Pellis pell pellejo
Porcus porc puerco
Posticum postic postigo
Pratum prat prado
Princeps princep príncipe
Pruna pruna ciruela
Ramus ram ramo
Riuus riu rio
Rasum ras raydo
Rota roda rueda
Serpens serp serpiente
Sevum seu sevo
Sela sella silla de andas
Sabula sablo tierra arenosa
Sagita sageta saeta
Socus soc sucio
Status stat estado
Sagma salma


Sagma salma enxalmo o albarda
Salamandra salamandra salamanquesa
Sarmentum sarment sarmiento
Scandalum scandil tropezadero
Sucus suc zumo
Talpa talp topo, animal
Tempus temps tiempo
Tonus to tono
Tenebre tenebres tinieblas
Tymus tymo tomillo
Torrens torrent arroyo o chorro
Turdus tord zorzal, ave
Vernix vernis barniz
Vesper vespre la tarde
Vinum vi vino
Virus veri ponzoña
Viscum visc liga
Vomitus vomit vómito


... La Lengua Valenciana es hija, y factura de la Lengua latina por derecha línea y propagación, y la Lengua Castellana procede de madre bastarda por ser compuesta de la Romana latina que fué latín corrompido, y en la venida de Roma a Castilla más se corrompió. Y si toda vez pretende tener vocablos latinos, viénenle por tercera Lengua, entre las dos, lo que en la Lengua Valenciana no hay medio alguno, porque beve en el nascimiento de la fuente latina...

Francisco Martínez y Martínez, El folklore valenciano en el Don Quijote, 1922

Proseguixc en més cosetes.
Francisco Martínez y Martínez; El folklore valenciano en el Don Quijote, 1922

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Francisco Martínez y Martínez, El folklore valenciano en el Don Quijote, 1922



EL FOLKLORE VALENCIANO EN EL DON QUIJOTE
POR
FRANCISCO MARTÍNEZ Y MARTÍNEZ
DE LA COMISIÓN DE FOLKLORE DEL CENTRO DE CULTURA
VALENCIA
MCMXXII

EL FOLKLORE VALENCIANO EN EL DON QUIJOTE  POR  FRANCISCO MARTÍNEZ Y MARTÍNEZ  DE LA COMISIÓN DE FOLKLORE DEL CENTRO DE CULTURA  VALENCIA  MCMXXII

Tirada de 107 Ejemplares
ejemplar número 28.
DEDICADO AL
Sr. D. Eduardo de Oliver-Copons
Junio de 1922.





A don Rodolfo Schevill, Profesor en la Universidad de California (Bertkeley), erudito escritor cervántico, que con el polígrafo Bonilla, honra de España, tan acertadamente está anotando las obras del Príncipe de los ingenios castellanos el señor Miguel de Cervantes Saavedra, por si le puede servir para sus trabajos lo que he podido agenciar tocante al juramento del Cura del cuento, el que mostró deseos de conocer.

Muy honrado su amigo y devoto.
Francisco Martínez.

EL POR QUÉ DE ESTE FOLLETO.

/ Nota de Ramón Guimerá Lorente: ortografía actualizada en parte. /

Como los escritos que se publican en la prensa diaria, si bien suelen ser los más leídos, también son los que menos se guardan, ya que por la índole de la publicación son los impresos más falaces, desapareciendo a la ocasión de miles de necesidades las grandes hojas que a despique de su magnitud resultan más livianas que las propias secas de los árboles cuando son arrebatadas por el cierzo al llegar la época de desnudarse aquéllos, ocurriendo que al siguiente día de la publicación ya es viejo el papel, y a las pocas semanas una rareza bibliográfica, casi más difícil de alcanzar que un incunable, si bien no obtengan el precio de éste, teniendo que recurrir, a reverter el artículo impreso, a las cuartillas manuscritas si es uno de interés y se le escapó o no llegó a conocer en el momento de ser alumbrado, al que le interesa, cosa que ocurre con frecuencia. Este caso se está dando al presente, en que hay personas interesadas en conocer un muy curioso artículo para los cervantistas, que el joven y laureado poeta nuestro amigo el publicista Puig Espert, haciéndonos grande honor publicó en la prensa valenciana a nosotros dirigido, en el que como se verá da cuenta de un antiguo cuento de esta tierra, que sirvió para que Cervantes, con la galanura que le caracteriza, pusiese en el capítulo primero de la segunda parte del Don Quijote, en boca del Barbero, el juramento del Cura de la su mula la andariega, pasaje que hasta ahora ningún comentarista del singular libro de caballerías había acertado a descifrar.
Con este motivo daremos a conocer nuevas variantes del repetido romance que conocimos después de publicada la carta en que acusábamos recibo del dicho artículo, carta que, en su reproducción, tendremos que dividirla para colocar en el correspondiente sitio los nuevos datos adquiridos, con lo que damos algo de novedad al folleto.
No creemos haber apurado la materia por lo que dirigimos el ruego a todo lector de que si conoce alguna variante del curioso cuento o romance, o bien fuese éste entero, es decir, toda la narración en verso, como es muy posible haya existido, nos la comunique, con la seguridad de que su nombre se hará constar y no tendrá fin nuestro agradecimiento.

CERVANTES Y VALENCIA (1)

A mi distinguido amigo don
Francisco Martínez y Martínez.

«Lejos de nuestro ánimo pretender con estas líneas sentar plaza de erudito. Únicamente muévenos al escribirlas, nuestro acendrado amor a la patria valenciana, no desmentido nunca y probado en cien ocasiones. Y así, este artículo va enderezado a demostrar una vez más la ya numerosa serie de concomitancias que existen entre Valencia y Cervantes, tratando de un punto, oscuro según el eminente folklorista don Francisco Rodríguez Marín, al que le pedimos mil perdones por este tan grande atrevimiento nuestro. Además, nunca nos hubiésemos lanzado a mal pergeñar estas cuartillas, sin que las precediese la supraescrita dedicatoria a don Francisco Martínez y Martínez, nuestro cervantista amigo, bajo cuya advocación las ponemos, y al cual imploramos también benevolencia, si justamente provocamos sus iras al invadir un campo tan especialmente suyo.
»Con estas palabras, y con la confesión de que únicamente a la casualidad se debe el descubrimiento, quede nuestro orgullo aquietado, si tal vez nos acometiese algún pensamiento de vanidad.
»Y vamos al asunto.

(1) Las Provincias.- Jueves 24 de Marzo de 1921.

»Cien veces hemos pasado largas horas leyendo nuestro «Quijote», anotado por don Juan Antonio Pellicer, y siempre tuvimos emociones nuevas, únicamente comparables con las sentidas la primera vez que leímos el monumento de caballerías valenciano de Martorell y Galba; pero jamás experimentamos sentimiento tan hondo de orgullo patrio como hace unos días, al pasar nuestra mirada por el primer capítulo de la segunda parte del Divino Loco. Allí se hace referencia a un romance que el señor Rodríguez Marín desconoce, y que nosotros, con toda la modestia sea dicha, conocemos.
»El capítulo trata, como es sabido, «De lo que el Cura y el Barbero pasaron con Don Quixote cerca de su enfermedad». El primero, queriendo averiguar qué tal andaba el caballero de salud y juicio, le hace sabedor «que el Turco baxaba con una poderosa armada, y que no se sabía su designio, ni a dónde había de descargar tan gran nublado, y con este temor, con que casi cada año nos toca arma, estaba puesta en ella toda la Cristiandad, y Su Majestad había hecho proveer las costas de Nápoles y Sicilia, y la isla de Malta». A lo que don Quijote respondió: «Si se tomara mi consejo, aconsejarale yo (al rey) que usara de una prevención, de la qual su Magestad la hora de agora debe estar muy ageno de pensar en ella». Y al preguntarle de qué medio se valdría para conjurar el peligro del Turco, y así quedar mejor convencidos de su renacida locura, y luego de contestar don Quijote que no lo quería decir, para que no «amaneciese mañana en los oídos de los señores Consejeros» y otro se llevase de su trabajo el premio, dijo el barbero:
«Doy la palabra para aquí y para delante de Dios de no decir lo que vuesa merced dixere a Rey, ni a Roque, ni a hombre terrenal: juramento que aprendí del romance del Cura, que en el prefacio avisó al Rey del ladrón que le había robado las cien doblas y la su mula la andariega>>.

»En el «Quijote» comentado por don Diego Clemencín, Madrid 1835, dice en la página 7 de la referida segunda parte:

«DEL ROMANCE DEL CURA

>>Sería, como se ha dicho también del entremés de la Perendanga en las notas del prólogo, alguno de los innumerables que se han perdido sin que quede memoria ni rastro de ellos, y se cantaban vulgarmente en tiempo de Cervantes, Allí estaría la expresión proverbial ni Rey ni Roque, que probablemente tuvo su origen en el juego del ajedrez, donde el Rei es la pieza principal, y el Roque o la Roca o Torre una de las principales. Usase dicha expresión para excluir todo género de personas, aun las de mayor consideración, como son las piezas del Rei y del Roque en el ajedrez.»
»Y en el V tomo, página 30, de la edición con notas de don Francisco Rodríguez Marín. - «La Lectura», Madrid, 1912, escribe este erudito cervantista:
«14. La frase ni rey ni roque, que equivale a nadie, dicho con encarecimiento, está tomada del juego del ajedrez: de las dos piezas que tienen esos nombres, bien que al roque se le llama ahora torre. Así hacen mal los que, como Cortejón, escriben roque con mayúscula, cual si se tratara del nombre del santo que tiene el perro a los pies y es abogado contra la peste.»
«17. Ninguno de los anotadores del «Quijote» dio con este romance. Yo tampoco, y justo es decirlo y no pasar de largo disimuladamente, como si el tal romance fuera cosa que por harto sabida, pudiera dejarse en silencio.»
«Los señores Clemencín y Rodríguez Marín coinciden en sus apreciaciones en lo esencial, acerca de la primera parte de la contestación del barbero, esto es, la explicación de las palabras dixere a Rey ni a Roque (con mayúscula el uno y sin ella el otro); pero en lo tocante al romance del Cura, ninguno de los dos anotadores puede aventurar nada, siendo más sincero que Clemencín don Francisco, al confesar de plano que lo desconoce.
«Permítanos, pues, nuestro admirable folklorista, que del espíritu de él le hagamos conocedor.
>>La esencia del romance, a que sin duda se refería el Barbero, era, según nuestro parecer modestísimo, un cuento de nuestra querida tierra que, aunque por la tradición salvado del olvido, ha llegado a nuestros días, no con toda su prístina pureza, mas lo bastante completo para servirnos de argumento poderoso. Cervantes, dadas sus íntimas relaciones con Valencia, pudo conocerlo en toda su integridad, quizás todo en romance, y hacer de él mención en su obra.
»Se titula el cuento «El jurament del Retor», y es como lo transcribo seguidamente, sin quitar ni poner tilde y con todas las inexactitudes que pueda contener.
»Erase que era hace muchos años, un Cura de almas del pueblo de Riola (provincia de Valencia), que regresaba a su parroquia, cabalgando a mujeriegas en guapa mula, después de cobrar los arriendos de las fincas que su iglesia poseía.
«Mediaba la tarde, cuando en un recodo del camino le asaltaron cuatro ladrones, los cuales, quieras o no quieras, le hicieron apear de su cavalgadura, robándole el dinero cobrado y la «andariega», alejándose después, no sin antes hacerle jurar «por Dios y por su corona» que de lo sucedido no había de dar cuenta «ni a home ni a dona.»
»Anda que andarás y sumido en el mayor de los desconsuelos, llegó por fin el buen Cura a su parroquia.
»Era fiesta al día siguiente: la fiesta mayor del lugar.
»En los bancos del presbiterio de la iglesia, todo el Cabildo Municipal, presidido por el alcalde. La única nave del templo, llena de feligreses.
»Al salir el Cura de la sacristía para ir a celebrar el Santo Sacrificio, columbró debajo del púlpito a los cuatro que le desvalijaron, y al instante le sugirió una idea feliz.
»Dió comienzo la misa, y al Prefacio, en vez de las palabras de ritual, entonó lo siguiente, que transcribimos en idioma valenciano para que no pierda lo más mínimo del sabor popular:

«Venint de Tarrós (1)
i anant a Riola
me robaren quaranta onces
i una mula molt bona.
Me feren jurar
per Deu i ma corona
que no heu diria jamai
a ningún home ni dona.
A vos heu dic, Pare Etern,
que no sou home ni dona:
els quatre que me robaren
son els que están baix la trona.

»Y con la presente poesía, o lo que sea, pues de esta guisa tan destartalada ha llegado a nosotros, entonada con música del Prefacio, da fin al cuento que, según nosotros, conoció Cervantes e hizo de él una ligera referencia en su «Quijote», aludiendo a su primitiva forma romancesca.
«Desearíamos que esta nuestra opinión modestísima, pero levantada sobre un recio pedestal como es el de la tradición, llegase a convencer al eximio investigador de la «sabiduría popular», D. Francisco Rodríguez Marín, pues ello nos sería grato, no tanto por nuestra satisfacción personal, como por servir en algo con este aportamiento a los trabajos de nuestro buen amigo, el Sr. Martínez y Martínez, en orden a las relaciones de Cervantes con nuestra querida patria valenciana.

(1) Desconocemos la existencia de este pueblo o partida. Quizás antiguamente tuviese realidad.

F. PUIG-ESPERT.»

DE CUÁNDO CERVANTES DEBIÓ (1)
APRENDER EL CUENTO
O ROMANCE DEL JURAMENTO DEL CURA.
(1) Las Provincias. - Miércoles 25 de Mayo de 1921.

Sr. D. Francisco Puig-Espert.

«Mi amigo muy distinguido: Su artículo inserto en Las Provincias del 24 de Marzo, titulado «Cervantes y Valencia», a mí dirigido, he estimado sobremanera, por lo que me honra y por la aclaración y comentario a una frase del «Don Quijote» que los maestros en cervantismo solo atisbaron, pero sin que tuviesen la fortuna de dar en el clavo, cosa no extraña, ya que el cuento es valenciano, y, por tanto, desconocido para los castellanos; pero usted, que reúne distintos aspectos en el concierto literario, inspirado poeta valenciano, ameno prosista castellano, erudito, investigador, y, sobre todo, con una gran dosis de observación y mayor amor al trabajo, cosas estas últimas que nuestro enervador ambiente no deja que abunde entre el elemento joven, y aún hace mezquinear un tanto en el maduro, lo ha atisbado muy bien.
»El resultado del trabajo de la tarea del folklorista, poco comprendida por la generalidad entre nosotros, lo ha obtenido usted, ya que, al recoger un cuento popular de nuestra tierra, le ha dado explicación de las frases socarronas del rapabarbas del lugar de la Mancha, de cuyo nombre no se quiso acordar Cervantes, cuando aquél, con el muy simpático cura, sacerdote de ecuanimidad
admirable, le quieren tomar al zarandeado caballero de la Triste Figura el pulso moral de su averiada mollera, y se encuentran con que Alonso Quijano el Bueno continúa siendo Don Quijote de la Mancha; indudablemente conocía nuestro cuento el tal de Saavedra, y a él aludió por boca del Barbero, cuando éste daba palabra de no revelar el secreto de lo que oyere ni a Rey ni a Roque, ni a hombre terrenal; juramento que aprendí del romance del Cura, que en el Prefacio avisó al Rey del ladrón que le había robado las doblas y la mula la andariega (1); ahora bien, que con variantes, cosa no extraña, ya que en la actualidad yo le conozco con alguna también, aunque insignificante, como
ocurre en algún pueblo de la provincia de Castellón, según adelante veremos. He podido observar en mi rebusca folklórica que el pueblo tiene tendencia a hacer suyos los cuentos que llegan a él, por lo que sin duda los adapta a sus localidades y aun al carácter de sus gentes, y hasta las instituciones que le son más familiares y potestades más conocidas son transformadas; así vemos que lo que en siglos anteriores fué el Rey en la Ribera de Valencia, de seguro es el alcalde y regidores; en la Plana subsiste aquél; en cambio, en la Marina de Alicante nombran con el genérico de la Justicia; en estos países son tres los bandoleros, a los que atisba baix de la trona el ladino sacerdote al volverse a decir Dominus vobiscum durante la misa; esto apuntamos para que no choque la variante del Rey
por otras autoridades, cosa nada extraña al cabo de tres siglos; a mayor abundamiento, cuando desde que lo oyó contar Cervantes hasta que lo escribió, transcurrieron muchos años y más acaecimientos, en su mayoría desdichados, de esos que contristan el ánimo y apenan la vida, haciendo a ésta carga pesada, o, por lo menos, poco estimable.

(1) Segunda parte del «Ingenioso Caballero Don Quijote de la Mancha», por Miguel de Cervantes Saavedra, autor de su primera parte... En Bruselas, 1616, página 4.

»Este vuestro bien forjado artículo leí en Altea, siendo un recreo más de los allí gozados: al regreso a esta ciudad, admirada por Cervantes, al tratar de colocarlo en su correspondiente sitio en la enciclopedia cervanto-valenciana, me encontré con lo que yo no guardaba memoria, con lo que había olvidado, de tal modo, que me vino de nuevas (esta pícara memoria me hace unas jugarretas a lo mejor), con un artículo que mi buen amigo el malogrado D. J. Luis Martín Mengod publicó en Diario de Valencia el 26 de Julio de 1915, en el que dice: «Siempre que leo la gran obra de Cervantes, fijo mi atención en una frase que me recuerda un cuento valenciano que aprendí en mi niñez, y que no he olvidado nunca. La referencia es precisa y terminante. Cervantes conocía el
cuento, aunque no en nuestra lengua, sino en castellano, y no en prosa, sino en verso, porque bien claro dice que se trata de un romance.» Relata el cuento después, diciendo que «...A un cura le robaron, en el trayecto de Valencia a Catarroja, la mula en que caminaba y cien duros que llevaba en los bolsillos, amenazándole el ladrón con grandes males si decía a cualquier hombre o mujer el
delito que había cometido.» A poco, el sacerdote, celebrando misa ante el Rey, en Valencia, al llegar al Orate frates ve al ladrón, de pie, debajo del púlpito, y al prefacio, en vez de las pertinentes palabras, canta:

«Anant de Valencia a Catarrocha,
me furtaren sent duros
y una mula rocha:
me digueren que no ho diguera
a ningún home ni a ninguna dona.
y agarren al lladre,
que está baix la trona

«Termina el curioso artículo invitando a que si hubiese alguna persona que íntegro lo conociera, lo publicase, llamamiento que no se hizo en vano, ya que en el número del indicado periódico del día 29 del supradicho mes y año se publicó una carta, firmada por Un villarrealense, en la que se repite el cuento de referencia, con la variante de que el dinero son cien doblones (lo que es más valenciano que los duros), y los ladrones tres, siendo lo cantado en la solemnidad del prefacio algo diferente del anterior; dice así:

«Un día, anant de camí,
de Valencia a Catarrocha,
me furtaren sent doblóns
y una mula molt bona.
»Me feren churar per Deu,
posant la ma en la corona,
que no ho había de dir
a ningún home ni dona.
»A vos. Pare Etern, ho dich,
que no sou home ni dona,
pera qu' els feu agarrar,
que son els de baix de la trona.»

A esta carta seguía otra de D. Manuel Bellido Rubert, en la que escribe: «El romance es así:
>>Verum dignum et justum est...

»Al pasar per Catarrocha
me ixqueren sinch lladres,
me furtaren sent doblóns
y una mula molt bona que portaba.
»Me feren churar per Deu,
posant la ma en la corona,
que no eu tenía que dir
a ningún home ni dona.
»Vos ho dich a vos, Pare Etern,
que no sou home ni dona;
¡agarreu a eixos lladres,
qu' están baix de la trona!...»

<<Y a continuación dice: «Yo lo aprendí en dialecto castellonense, y cambiada la población de Catarrocha por la de Malet, de esta provincia....» menos mal, que confiesa la traición hecha al cuento de su país.
»En el mío, los dineros son cien florines (1), y solo recuerdan los últimos versos del prefacio, que dicen:

A vos, Pare Etern,
que no sou home ni dona,
vos dich, que 'ls lladres
que m' han robat,
son els tres qu' están
baix de la trona.»

»Y ya, puesto que he transcrito las cuatro versiones que se acaban de ver, copiaré la de usted, que, a fuer de verídico, he de decir que no es de las que menos me gustan, por el mucho sabor que tiene. Decía en su artículo así:

«Venint de Tarrós,
anant a Riola,
me rebaren quaranta onses
y una mula molt bona.
Me feren jurar
per Deu i ma corona
que no heu diría jamai
a ningún home ni dona.
A vos heu dic, Pare Etern,
que no sou home ni dona:
els quatre que me robaren
son els que están baix la trona.»

(1) El florinet es una monedita de oro cuyo valor era el de catorce reales valencianos, o sean veintiocho sueldos, actualmente cinco pesetas veinticinco céntimos.

»Como muy bien afirma usted, ningún comentarista de la magna obra de Cervantes conocía el repetido romance valenciano, ya que, mientras no nos prueben lo contrario, afirmaremos que jamás existió en castellano, y paladinamente, y con su natural gracejo, el Patriarca de los cervantistas, D. Francisco Rodríguez Marín, en su primera edición del «Don Quijote», confiesa el desconocimiento del cuento; pero vino la segunda, en el año 1916, con variaciones de la parte externa, crecimiento de notas y aumento de comentarios, y ya transcribió nuestro buen amigo y maestro escuetamente el mentado artículo de Martín Mengod, que le remitió, según dice, un fraile francisco, lo que ha poco hemos podido comprobar, en la repetida segunda edición, que es una de las muchas que, por desgracia, no enriquecen nuestra colección; suponemos que al publicar la tercera edición del «Don Quijote» nuestro D. Francisco, acompañado esta vez por el notable dibujante Ricardo Marín, que por cierto tiene algún dibujo asaz chocante por ciertos descuidos, o mejor impremeditaciones, supongo habrá reproducido el cuento insertado en Diario de Valencia. Es edición ésta de la que sólo han podido percanzar ejemplares potentados y magnates, por su precio fabuloso para un libro moderno, así que solo le conocemos de vista, por haber figurado en la exposición que en ésta nuestra ciudad se hizo por la feria del año 18, de los dibujos originales del dicho señor Marín.
»Pero todo esto, mi trabajador amigo Puig, en concepto mío, no hace desmerecer un ápice su trabajo, ya que usted, al dar la explicación al pasaje del primer capítulo de la incomensurable segunda parte del «Ingenioso Hidalgo de Cervantes», lo hacía por su propia y espontánea observación, desconociendo, bien me consta, lo publicado sobre la materia, así que su descubrimiento por tal puede pasar, a mayor abundamiento, habiéndolo presentado de tan galano modo.»
Al llegar a este punto de nuestra carta, no podemos continuar sin transcribir las nuevas variantes o versiones que conocemos del repetido cuento: es una la que nos proporcionó espontáneamente nuestro buen amigo el investigador y escritor D. José Rodrigo Pertegás, que la oyó en su niñez a un maestro de primeras letras en esta ciudad de Valencia llamado D. Timoteo Corella, natural de la Vall de Almonacid (Castellón de la Plana), que había vivido en pueblos de la provincia de Alicante; dice así:

«Anant de Elda a Novelda
me ixqueren unos lladrones
me furtaren els diners
y una burreta senyores.
»Me feren jurar per Deu
no hu digues a home ni a dona
a vos he hu dich Pare Etern
que no sou home ni dona.
»Li digau a Toni Ten
que agarre a eixos dos lladres
que hi ha ahi baix de la tròna.» / la tilde parece estar justo perpendicular, ni ò ni ó /

A mitad del mes de Diciembre del próximo pasado año, nos dirigimos al simpático amigo el Catedrático de la Universidad de Barcelona Dr. Carreras y Artau, fundador del Arxiu d' Etnografía i Folklore de Catalunya, en demanda de noticias referentes al cuento que nos viene ocupando y recibimos la siguienre nota:

«Una vegada diu qu'era un Retor que celebrava l'Ofici de Pascua, y la majordona no s'havía recordat de preguntarli abans com volía'l cabrit per dinar y com que passava l'hora de còurel, ella que se'n va a la Iglesia ab lo cabrit a les mans. Lo Senyor Rector ell que al Dominus vobiscum se la vèu, y pensantse desseguida'l perqué hi anava, aixís que va a ser a cantar lo Prefaci hi va dir ab lo mateix tò, que poca gent se'n va adonar, diu:

» - Dona nostra, dona nostra
vos que del cabrit feu mostra
mitx rustit y mitx bullit
cap y peus a la cassola...
per Christum Dominum nostrum - .

>>Y vet'aqui que allavores la majordana, sabent com havia de fer lo cabrit, se'n va tornar tota cofoya (1). (Recullit a Esparraguera).
»Hi ha una altra rondalla, que's podría dir variant d'aqvesta, en la que un Rector, á qui havian robat la mula fentli jurar que no ho diría á cap home ni á cap dona, un diumenge que mentres deya l'Ofici va veure'ls lladres sota la trona, 'ls descubreis, sense fallar á la promesa, cantant per Prefaci:

» - Anant jo de camí - vers Vall-Prahona
Los lladres me van robar - la mula roja,
y me feren jurar - sus ma corona
que no ho podía dir - á cap home ni á cap dona.
Y a Vos Pare Etern vos ho dich - putx no sou home ni dona:
agafeu-los, Joan Blanch - que s'estan sota la trona,
y, per que'ls coneguen millor - porten camisola groga. / com los llassos de los pancatalanistes /
Per Christum Dominum nostrum.
(Massanet de Cabrenys). »

Tenemos noticia de otra imitación en un convento de regulares franciscos, pero como al darnos la noticia se nos dijo que con anterioridad se le había contado la anécdota a nuestro amigo el Patriarca de los cervantistas D. Francisco Rodríguez Marín, el que pensaba aprovecharla, hacemos mutis para que él sea el que la dé a conocer a los aficionados al folklore y a las cosas cervánticas, ya que en ambos estudios es maestro consumado.

«(1) (Pau Bertran y Bros: Rondallistica, rondalla n.°23 «Lo Cabrit de Pàscua».
(Vol. dels Jochs Florals de 1888, págs. 252-255 de Barcelona.)
Fon publicada desprès en la tirada apart que's feu d'aqvest treball. (Barcelona, Estampa de la Renaixensa, 1888, un fascicle de 106 págs. in 4.°.)
La del «Cabrit de Pasqva» es troba també en <El Rondallari Catalá d'En Pau Bertran y Bros», publicat per R. Miqvel y Planas, 1909. Pág. 306. >

Ahora, lector, reanudaremos la interrumpida epístola que decía así:

«Y vamos con el epígrafe que rotula esta carta, con lo que intentaremos demostrar que el tal de Saavedra conocía el romance en nuestra lengua, pues aparte de no existir en castellano, le era la armoniosa parla valenciana familiar.
»De seguro que muchos se dirán: ¿Cómo Cervantes, de nación castellano, conocía el cuento valenciano y la lengua valenciana? Voy a mostrar mi pensamiento, pero advirtiendo antes que fundándome en hechos ciertos, atestiguados por documentos antiguos y fehacientes, he de abrir un ventanillo / lo finestró de José Miguel Gracia Zapater, catalanista de La Codoñera / a la imaginación y dejar que ésta vuele, aunque no soy poeta, y se retrotraiga a la décima-sexta centuria, y después de haber terminado la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros, como llama a la de Lepanto el que cobró en ella las heridas que toda la vida fueron su orgullo, por las que tuvo que ser llevado al Hospital de Mesina, en donde se curaban todos los heridos de aquella facción prodigiosa, y entrándonos por aquél ver los amigos de quienes se podía acompañar el Manco de la batalla naval.

»Documentalmente probado, se sabe que el capitán Diego de Urbina formó su compañía en Valencia, a la cual pertenecieron los hermanos Rodrigo y Miguel de Cervantes, que, naturalmente, no sólo en el camino de Valencia a Vinaroz, donde embarcaron el domingo de la Trinidad del año 1571, en la galera «Capitana», del Comendador Mayor de Castilla, para Italia, sino durante la travesía, y después, en el vagar por tierra firme, fueron los de Saavedra compañeros de los valencianos, y no podían menos de ser también amigos, ya que el constante trato en una navegación, y la camaradería por pueblos, en hosterías, y tal vez en aventuras propias de la soldadesca de aquellos tiempos, no sólo aproxima a los individuos, si que estrecha las amistades; así, pues, no dudo en asegurar el que el valenciano Juan Bautista Villanueva, aparte de otros soldados de la compañía de Urbina, camarada de Miguel de Cervantes, fué además su amigo, lazo que indudablemente se estrechó en el Hospital de Mesina, en el que los dos ingresaron, después de la batalla de Lepanto, a curarse de las heridas que se granjearon en aquella función, defendiendo cada uno su puesto en la galera «Marquesa», de Juan Andrés Doria, que formaba parte de la escuadra del veneciano general Agustín Barbarico, nave ésta que fué muy combatida, hasta el extremo que los turcos mataron más de cuarenta hombres de su dotación, cayendo herido Miguel de Cervantes de un arcabuzazo en la mano izquierda, estando defendiendo el esquife, y el Villanueva, de una flecha, en la espalda, junto a la proa, punto que defendió durante toda la gran batería con un arcabuz; y qué cosa más natural, que, si durante el período álgido de la calentura no, en la larga convalecencia se buscasen los dos camaradas, ya que las mismas desgracias tanto aunan, y se entretuviesen en mutuas confidencias, en contarse las cosas de sus familias, las particulares de sus casas, las tradiciones de sus pueblos; en estos momentos oigo /. hay un punto aquí / yo, al Villanueva, hablando en valenciano, narrar cosas de esta tierra para entretener el tedio, y entre ellas, el cuento o romance del cura de la mula de pas molt acaminadora y los ladrones. Y no le extrañe al buen amigo el que en lengua valenciana le hablase el de esta tierra al de Alcalá, ya que ésta le era bien conocida, como adelante los años demostró, para lo que tenía sus motivos, el más poderoso la constante comunicación con sus camaradas de la compañía mentada,
perteneciente al tercio del valenciano D. Miguel de Moncada, compuesta casi en su totalidad por valencianos, en la que permanecieron los dos camaradas hasta que fué reformada, amén del privilegiado talento del futuro autor del «Don Quijote», que le hacía fácil todas las cosas, a más el gran espíritu observador de que gozó, que no dejaba que se le escapase detalle, avalorado con la buena costumbre de recoger y leer lodo papel escrito que se le ponía por delante.
»Por cierto que, como en otra ocasión manifestamos, los dos soldados se separaron en momento bien triste para el de Saavedra, y fué en el desgraciado en que la escuadra de galeotas de Amante Mami se apoderó de la galera «El Sol», en la que los dos hermanos, Rodrigo y Miguel, venían, y fueron hechos esclavos, y al revés, el Juan Bautista Villanueva, que con los otros había embarcado en Nápoles para España, aportó en ésta, por haber llegado a tiempo, el socorro a la galera, de la que, sin duda, el valenciano no había sido transbordado, como los dos Cervantes.

»Y como para dar gracias por su delicadeza en honrarme con la dedicatoria de su bonito artículo y oportuna aclaración a un pasaje del «Don Quijote», es ya demasiado larga esta epístola, corto el hilo, pues a mí, en estos achaques cervanto-valencianos me ocurre lo que a Sancho con los refranes, que se le enzarzan como las cerezas, que en tirando de una, allá van les atres en pomell, que es más bonito y propio que en sarta. Pero no finalizaré sin decirle que estoy encantado de que usted haya entrado en el campo cervántico (y con tan buen pie), en el que mucho queda por hacer aún, y que para mí es grande honor el poder formar escuela, siquiera sea por el displicente derecho de los años; así, pues, mi joven amigo, no le coarte el temor a provocar mis iras, pues ha producido sentimientos contrarios, acrecentando el añejo afecto que le profesaba su muy amigo
F. MARTÍNEZ Y MARTÍNEZ.

Mayo de 1921.

ACABÓSE DE IMPRIMIR ESTE FOLLETO A LOS XIII DÍAS DEL  MES DE MAYO DEL AÑO MCMXXII, VISPERA DE  LA FESTIVIDAD DE NUESTRA SEÑORA DE LOS  DESAMPARADOS, PATRONA DE LA INSIGNE  CIUDAD DE VALENCIA, EN EL ESTA-  BLECIMIENTO TIPOGRÁFICO DEL  HIJO DE FRANCISCO VIVES  MORA, CALLE DE  HERNÁN CORTÉS,  NÚMERO 8   L. + D.

ACABÓSE DE IMPRIMIR ESTE FOLLETO A LOS XIII DÍAS DEL
MES DE MAYO DEL AÑO MCMXXII, VISPERA DE
LA FESTIVIDAD DE NUESTRA SEÑORA DE LOS
DESAMPARADOS, PATRONA DE LA INSIGNE
CIUDAD DE VALENCIA, EN EL ESTA-
BLECIMIENTO TIPOGRÁFICO DEL
HIJO DE FRANCISCO VIVES
MORA, CALLE DE
HERNÁN CORTÉS,
NÚMERO 8

L. + D.


OBRAS DEL AUTOR. Más en http://bibliotecadigital.jcyl.es/i18n/catalogo_imagenes/impresion.cmd?path=1007174&posicion=69&destino=..%2Fcatalogo_imagenes%2Fgrupo.cmd%3Fposicion%3D69%26path%3D1007174%26presentacion%3Dpagina%26idBusqueda%3D1527

Homenage al Compte de Lumiares. Obra de tèrra saguntina (barro saguntino). Agotada.
Còses de la meua tèrra (La Marina). Primera tanda.
Discurs en l'acte lliterari-musical celebrat el día XIX de Febrer del any MCMXIV en la Acadèmia Valencianista.
Las joyas de Isabel la Católica no sirvieron para el descubrimiento de América. Segunda edición.
Martín Juan de Galba; coautor de Tirant lo Blanch.
Melchor Valenciano de Mendiolaza, jurado de Valencia, procurador de Miguel de Cervantes Saavedra, Bartolomé y Lupercio Leonardo de Argensola, y general de la Duquesa de Villa-Hermosa. Notas biográficas.
San Francisco, Cervantes y Valencia. Discurso leído en el acto literario-musical en honor de Miguel de Cervantes, por la V. O. T. Franciscana el 24 de Noviembre de 1916.
Algo de Bibliografía Valenciano-Vicentista.
Còses de la meua tèrra (La Marina). Segona tanda.
Don Guillén de Castro no pudo ser el falso Alonso Fernández de Avellaneda.

BIBLIOTECA CERVANTINA DE AUTORES VALENCIANOS.

El Curioso impertinente. Comedia en tres jornadas y en verso de D. Guillén de Castro.  https://es.wikipedia.org/wiki/El_curioso_impertinente
Falla del Tros-Alt: Don Quijote y Sancho Panza.
La última aventura de Don Quijote. Falla de la calle de Ruzafa. 
http://bibliotecadigital.jcyl.es/i18n/catalogo_imagenes/impresion.cmd?path=1007174&posicion=69&destino=..%2Fcatalogo_imagenes%2Fgrupo.cmd%3Fposicion%3D69%26path%3D1007174%26presentacion%3Dpagina%26idBusqueda%3D1527Juan Antonio Mayans y Siscar y Juan Antonio Pellicer y Saforcada; Cartas Cervantinas.
En Joseph Bodríay Roig. De Don Quixot a Cervantes, Goig.

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