Os dirán que antes de 1238 no había ni valencianos, aunque de mucho antes hubo hasta príncipe musulmán apodado así.
Bat Ye'or; The Decline of Eastern Christianity under Islam, 1996.
In 210 <23 April 825>, Abd ar-Rahman b. al-Hakam sent a strong troop of cavalry commanded by Ubayd Allah - known by the name of Ibn al-Balansi,- into Frank territory...
Alhakén II, al-Hakam II o Alhaquén II (en árabe, الحكم بن عبد الرحمن, al-Ḥakam ibn ʿAbd ar-Raḥmān; Córdoba, 13 de enero de 915 – Id., 1 de octubre de 976) segundo califa omeya de Córdoba, desde el 16 de octubre de 961 hasta su muerte. Durante su reinado —uno de los más pacíficos y fecundos de la dinastía en la península— se amplió la mezquita de Córdoba, ciudad que alcanzó su apogeo del periodo califal. Es conocido asimismo como gran bibliógrafo y gobernante de gran cultura.
Sucedió a Abderramán III a los 47 años y nueve meses de edad, en el 962, continuando la política de su padre y manteniendo la paz y la prosperidad en al-Ándalus. No sólo sostuvo el apogeo al que llegó el califato con su padre, sino que con él alcanzó su máximo esplendor.
A los 8 años fue nombrado sucesor de Abderramán III, y su educación fue exquisita, participando intensamente en las actividades de gobierno, así como en las campañas militares, acompañando al califa en varias ocasiones. Conservó durante toda su vida gran aprecio por las artes y las letras. Cuando a la muerte de su padre se hizo cargo del poder contaba con 47 años y adoptó el título de al-Mustánsir bi-l-Lah («el que busca la ayuda victoriosa de Alá»). Hasta entonces, y pese a su unión con Radhia, no tuvo hijos.
Al llegar al trono la descendencia se hacía necesaria y logró dársela una concubina esclava, de origen vascongado llamada Subh (también llamada Zohbeya y Aurora), a quien Alhakén dio el nombre masculino de Chafar.
Entre las primeras medidas que tomó al ser nombrado califa, se encontraba la reclamación al reino cristiano de
León de las diez fortalezas que su rey,
Sancho I, había prometido a su padre
Abderramán III por el apoyo prestado en la disputa dinástica que aquél mantuvo con Ordoño IV y que le había permitido recuperar el trono en el 960.
Ante la negativa del rey leonés a cumplir su promesa, Alhakén acogió al depuesto
Ordoño IV en la corte cordobesa prometiéndole reponerlo en el trono, lo que hizo que
Sancho I se retractase y enviase una embajada a Córdoba con la promesa de cumplir lo pactado. Sin embargo, la muerte de Ordoño IV —en la propia Córdoba, en 962— motivó que Sancho I cambiase nuevamente de postura y concertase una alianza con el rey navarro García Sánchez I, con el conde castellano Fernán González y con el
conde de Barcelona Borrell II para hacer frente al poderío del califa.
Alhakén inició en respuesta, en 963, una ofensiva militar que se ve culminada por el éxito al conquistar las plazas de San Esteban de Gormaz, Atienza y Calahorra lo que, unido a las crisis dinásticas que surgieron en los reinos cristianos, volvieron a colocar al califato cordobés en su posición de supremacía. Se reforzó además Gormaz como centro de defensa frente a cualquier embate castellano. En el 965, la muerte por envenenamiento de
Sancho llevó al trono
leonés al pequeño
Ramiro III, de tres años; su minoría de edad y la regencia de su tía
Elvira condujeron a la crisis del reino y el califato quedó árbitro de las numerosos disputas de sus señores feudales. No solo numerosos señores leoneses, sino también el nuevo conde castellano
García Fernández y el rey navarro
Sancho Garcés, se apresuraron a prestar homenaje a
Alhakén a finales de la década de 960 y principios de la siguiente.
Se inició así un periodo de calma militar que se extendió hasta 974, cuando el nuevo conde castellano García Fernández, que había sucedido a
Fernán González, aprovechando que el grueso del ejército califal se encontraba en África, atacó la plaza de Deza. García se alió con
leoneses y
navarros y puso cerco a Gormaz en abril del 975. Su incursión que se vio acompañada en 974 por el asalto del también nuevo
rey de León Ramiro III de la plaza de
San Esteban de Gormaz. El retorno del general Gálib de su campaña africana puso fin a los ataques cristianos al vencerlos en las batallas de
Gormaz (junio del 975),
Langa y
Estercuel.