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Rossello Arrom, el catalán es un dialecto.

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La construcción nacional catalana se levanta sobre mentiras y uno de los pilares sobre el que se edifica esta gran farsa es la lengua. El catalán es un invento reciente del siglo XX a través del cual los pancatalanistas han adornado sus reivindicaciones, victimismo e historia inventada.

¿Cuatro barras?

A imagen y semejanza del nacionalismo alemán, el catalanismo tiene vocación colonial. Descartada la base racial, el único instrumento que le permite expandirse en su imaginado lebensraum es el idioma. El único problema es que nunca existió esa lengua por lo que para legitimar las aspiraciones pancatalanistas fue necesario construirla con los retazos de un idioma de frontera nacido en el Imperio Carolingio, el lemosín. En la misma fundación de España, en la Marca Hispánica, la lengua lemosina descendió con la reconquista por todo el levante español y se fundió con el habla de cada lugar alumbrando diferentes dialectos.

Rossello Arrom, el catalán es un dialecto.


Una lengua no codificada y fragmentada en variantes que arraigaron en territorios dispares e incluso aislados como en el archipiélago balear hasta la autodesignada reinaixença. Incluso entonces, el fundador del Institut d’Estudis Catalans presidía la Diputación provincial de Barcelona desde la que se creó esta institución (18 de junio de 1907) que se convertiría con el tiempo, y por Real Decreto, en la autoridad única sobre el catalán en “todos los lugares de lengua y cultura catalanas” (sic). Antes de que se iniciara este proceso en 1833, Buenaventura Carlos Aribau, uno de los impulsores de la Reinaxença, escribía en su Oda a la Pàtria  que “en llemosí sonà lo meu primer vagit”.

Del proceso de normativización de la lengua se expulsó a todos aquellos que no compartían la visión catalanista y el mallorquín Antonio María Alcover tuvo que publicar por su cuenta el Diccionari català-valencià-balear. No tenían cabida en el catalanocentrismo que terminaría imponiéndose con la Gramática (1918) y el Diccionario (1932) inventados por el ingeniero industrial Pompeyo Fabra. La gran obra de un planificador barcelonés con la que se ha cometido un verdadero genocidio cultural que los valencianos han conseguido limitar gracias a la creación de una autoridad lingüística alternativa a la implantada desde Barcelona.

Gramática (1918) y el Diccionario (1932) inventados por el ingeniero industrial Pompeyo Fabra.


En Mallorca, el artículo salado ya solo se conserva en el habla popular de la gente. Desde las organizaciones pancatalanistas regadas con dinero público (balear y catalán) se ha perseguido su uso. La Universidad de las Islas Baleares ha actuado como cómplice necesario para barnizar de cientifismo este acoso cultural dictando que, salvo en situaciones “marcadamente informales”, se utilizará el artículo “literario” o “estándar”. Eso mismo nos obligaban a aprender en las escuelas, e incluso para conseguir el título de catalán exigido para optar a la mayoría de puestos de funcionario el artículo salado se tacha como “incorrecto” en los exámenes. La propia página web de lo que antes se conocía como “Junta Avaluadora del Català” deriva a recursos lingüísticos que dependen directamente del gobierno catalán. Una invasión de terciopelo que ha uniformizado todos los dialectos del lemosín para asimilarlo a la variante catalana tildando a todas las demás de “vulgares”.

Los pancatalanistas han “normalizado” también los topónimos procurando borrar todo rastro del artículo salado que cuestiona la unidad de la lengua impuesta desde el siglo XIX por el Instituto de Estudios Catalanes. El rodillo pancatalanista no ha respetado ni las calles del casco antiguo de Palma de Mallorca aunque todavía pueden encontrarse  rastros de la lengua de nuestros abuelos.

Costa de SA pols

La “Costa de sa pols” es una de esas calles en las que la antigua placa con el artículo salado ha sobrevivido. Muchas placas de las calles con su nombre en mallorquín que sobrevivieron al franquismo no han conseguido resistir al pancatalanismo democrático”.

El catalán es un dialecto, Ausias March era valenciano y, Raimundo Lulio, mallorquín. Los catalanes pueden seguir hablando en su dialecto que los mallorquines seguiremos hablando el nuestro, como ya escribió Mossén Alcover “que no s’escandalisin els nostres mallorquins catalanistes de que diga aquí llengo i no llengua” porque en Mallorca hemos sido aragoneses, independientes o españoles pero nunca, nunca, catalanes. Hemos soportado muchos años de neocolonialismo pancatalanista y ya es hora de que volvamos a escribir en mallorquín en lugar de usar el dialecto de Barcelona.

La extinción de la lengua balear

La extinción de la lengua balear

https://www.elmundo.es/baleares/2018/11/16/5bee834346163f889f8b45b4.html 

Según las últimas estimaciones existen 6.000 diferentes lenguas en el mundo, pero la mitad se extinguirán durante este siglo, lo que significa que cada dos semanas deja de hablarse una de ellas por el simple hecho de que ya no queda nadie que pueda transmitirla. ¿Cómo se pierde una lengua? Básicamente en tres etapas. La primera la constituye la presión que ejercen las autoridades sobre el pueblo para imponer el idioma que les interesa que prevalezca; en la segunda se aminora la imposición y se permite un falso bilingüismo cuyo único objetivo es aumentar la habilidad en el dominio de la lengua gubernamental mientras disminuye el uso de la secundaria. Es entonces cuando se entra en la tercera y definitiva etapa porque las nuevas generaciones, educadas íntegramente en la lengua dominante, consideran cada vez menos importante mantener conocimientos en lo que juzgan -porque así se lo han transmitido sin cesar en el colegio- idioma «poco culto o recomendable».La imposición catalanista no va a conseguir acabar con el castellano porque es la segunda lengua más hablada del mundo y constituye una herramienta imprescindible para no aislarse del resto del mundo. Sin embargo lo que corre serio peligro es la subsistencia del idioma balear, el que se habla en Mallorca, Menorca y las Pitiusas. O nos ponemos manos a la obra de inmediato o en pocas generaciones desaparecerá para siempre el legado que hemos recibido de nuestros antepasados. Por eso es imprescindible que no llamemos catalán a la lengua que hablamos en la islas. No sólo porque existen suficientes elementos que las distinguen, sino porque es la excusa desde la que imponer un idioma común en esa fábula llamada Països Catalans. No ha habido enemigo más feroz en la historia de nuestro idioma que el catalán oficial. Hay que luchar contra él si queremos que cuando empiece el próximo siglo quede alguien aquí que diga tassó o ca en vez de got o gos.El balear es de espíritu aventurero, Es una característica heredada de nuestros antepasados fenicios. No resulta extraño encontrarles en cualquier lugar del mundo. Desde Australia hasta las inmensas llanuras de Dakota. Están en todas partes y basta con oírles pronunciar dos palabras para situarlos. También resulta muy simple diferenciarlos de un catalán o de un valenciano. Esa diversidad no puede desaparecer porque con ella quedan atrás siglos de historia. Me niego a imaginar un día en el que un valenciano, un mallorquín, un chapurriau y un catalán se encuentren en cualquier lugar del mundo y sea imposible distinguirlos. Ese día habrá muerto para siempre nuestra lengua. / Sa nostra llengo /

Ese día habrá muerto para siempre nuestra lengua. / Sa nostra llengo /



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